Por: Ramón E. Azócar A.*
En la academia de hoy día, en el caso
latinoamericano, se tiende a especular y emitir opinión, antes de fundamentar y
razonar los hechos. Es una academia impulsiva, cargada de valores creativos,
pero emocionalmente muy torpe y tiende a desvanecerse a través de la
descalificación y el atropello, a quienes siente como potenciales rivales. Dura
experiencia la de la docencia universitaria en este siglo XXI, sobre todo para
quienes tenemos el defecto de pensar y escribir lo que pensamos.
En este sentido, en el caso particular de
la UNELLEZ, Programa Ciencias Sociales, la figura del Trabajo de Grado, desde
la modalidad Trabajo de Aplicación, ha traído consigo distintas formas de
enfocar la realidad teórica y metodológica de la orientación de lo que debería
ser una propuesta aplicada y valorada en razón de su impacto, sobre los sujetos
que se investigaron.
En este sentido, nunca se ha negado la
necesidad de un diagnóstico riguroso para elaborar la propuesta; anteriormente
se hacía solamente ese diagnóstico y se presentaba la potencial solución o
propuesta que solventaría las debilidades arrojadas por dicho diagnóstico. Esa
orientación metodológica se conoce como proyecto factible.
Luego, al cambiarse las instrucciones,
producto de una actualización curricular (se pasó de P3 a P4), se indujo a que
el estudiante, partiendo del 100% de factibilidad asumida, es decir,
prescindiendo de la prueba diagnóstico y tomándose como real la existencia de
un problema cuya solución es una propuesta definida, se aplica y se mide, por
la vía de un cuestionario multivariable, el impacto de que la propuesta tuvo
sobre los sujetos investigados. A esto se conoce como Proyecto Acción, o
Trabajo de Aplicación.
Estableciéndose estos criterios, se puede
comprender el sentido lógico del Trabajo de Aplicación, el cual, por razones de
tiempo, no puede tomarse un año y medio para poder construir un diagnóstico y
luego aplicar la solución y evaluarla; darle operatividad al trabajo de grado,
implicó partir de supuestos aceptados como verdaderos que surgen más de la
observación directa que del monitoreo técnico de una consulta o análisis de
necesidad, pero que no afecta la esencia lógica de la investigación proyectiva
que es la de responder a una necesidad puntual y solventarla.
A todas estas, para aquellos “asesores” o “metodólogos”
cuya pasión intelectual es criticar el trabajo académico interdisciplinario del
Programa Ciencias Sociales de UNELLEZ-VPA-Guanare, se extiende la invitación a
que escriban sus posturas para poder responderles con criterio científico cada
una de esas dudas infundadas, porque nada de razonable tienen. Se ha obrado “quirúrgicamente”
en la disección de cada parte del cuerpo teórico y metodológico del Trabajo de
Aplicación, no ha habido desorientación ni trasgresión de pasos lógicos para
abordar el proceso de indagación de una manera segura, válida y confiable. Por eso, la crítica descalificativa no nos
llega, pero hay que aclararla, el silencio suele ser cómplice de quienes
conspiran para opacar la verdad.
En un aspecto concreto, retomando el tema
descriptivo del significado metodológico del Trabajo de Aplicación, se destaca
que esta modalidad permite desarrollar un análisis participativo, donde los
actores implicados se convierten en los protagonistas del proceso de
construcción del conocimiento de la realidad sobre el objeto de estudio, en la
detección de problemas y necesidades y en la elaboración de propuestas y
soluciones.
Con el fin de detectar esas demandas
reales relacionadas con el objeto de estudio y concretarlas en propuestas de
acción ajustadas a necesidades sentidas, se desarrolla un proceso de
investigación que apunta a la transformación mediante el trabajo con
colectivos, asociaciones, grupos de vecinos/as y otros actores del municipio
con sensibilidades o intereses comunes, lo cual facilita una movilización hacia
la implicación ciudadana que favorece la creatividad social en beneficio de
toda la comunidad local. El conocimiento de la realidad se construye
progresivamente en un proceso participativo en el cual los actores implicados
“tienen la palabra”, y de este modo se crean las condiciones que facilitan
espacios de reflexión, programación y acción social relacionados con los
problemas que plantea el objeto de estudio.
Para crear esas condiciones necesarias se
aplica un procedimiento de investigación riguroso bajo la modalidad Trabajo de
Aplicación, que propone intervenir de forma integral e integradora en el
territorio. Tal procedimiento investigador persigue la elaboración de un
conocimiento sobre el objeto de estudio que sea útil socialmente y que permita
la implementación de Planes de Acción Integral, donde la participación
ciudadana, plena y consciente, sea un eje articulador básico. Por eso se
trabaja con grupos humanos, con el fin de transformar su entorno, a partir del
conocimiento crítico de la realidad que les rodea y de la puesta en marcha de
un conjunto de estrategias y propuestas vertebradoras.
Es importante acotar, que el Trabajo de
Aplicación, aparte de proponer una solución concreta al problema abordado, ofrece
una batería de respuestas y soluciones a los problemas, propiciando la
conversación y el diálogo como mecanismos con los que crear procesos donde los
sujetos afectados aporten, tras la reflexión, soluciones a sus problemas.
Construyendo las respuestas con los distintos agentes sociales y ciudadanos del
municipio se abre un gran abanico de posibilidades, pero las respuestas,
soluciones y propuestas de acción se ajustarán más a la realidad concreta, en
la medida en que han sido participadas y compartidas por la ciudadanía en el
proceso de investigación-acción.
Los ejes centrales en que se basa el
desarrollo de la modalidad Trabajo de Aplicación, son los siguientes: En primer
lugar, se han de delimitar unos objetivos a trabajar que responden a la detección
de determinados síntomas; a esta etapa de concreción le siguen otras de
apertura a todos los puntos de vista existentes en torno a la problemática y
objetivos definidos: se trata de elaborar un diagnóstico y recoger posibles
propuestas que salgan de la propia praxis participativa y que puedan servir de
base para su debate entre todos los sectores sociales implicados; este debate
es la que da lugar a una última etapa, de cierre, donde se valora o evalúa el
impacto de la propuesta en líneas de actuación y en la que los sectores
implicados asumen un papel protagonista en el desarrollo del proceso; y la
puesta en marcha de estas actuaciones abre un nuevo ciclo en el que se
detectarán nuevos síntomas y problemáticas, y en el que cabrá definir nuevos
objetivos a abordar, desde allí pueden surgir nuevas investigaciones.
En esencia es importante establecer un
criterio general para abordar la realidad objeto de estudio: un problema, donde
se aborde el diagnóstico, las necesidades del objeto de estudio, la potencial
solución y la pregunta, partiendo de la idea de un 100% de factibilidad
inducida; destacar, por la vía del análisis de necesidades, la fundamentación
lógica de ese 100%, de acuerdo a la observación directa y a la vinculación
previa con los sujetos investigados; luego se diseña la propuesta, se aplica y
por último, con un instrumento multivariable, tipo escala Likert, evaluar el
impacto que tuvo la propuesta sobre los sujetos investigados. De eso se trata
el asunto, en esta realidad metodológica de la UNELLEZ-VPA-Programa Ciencias
Sociales, no quiere decir que no pueda ser mejorada, profundizada y hasta
simplificada esta percepción de la orientación del trabajo de grado, pero
solamente asumiremos aquellas posturas que por escrito y con fundamentación,
nos sirvan hacer llegar. De palabras y opiniones, no construimos la ciencia en
sociedad, solamente hacemos caso de la validez que da el razonamiento lógico y
científico.